Esta revisión de la película de Netflix No pudimos convertirnos en adultos no contiene spoilers.

No pudimos convertirnos en adultos es una película japonesa que explora las relaciones, la edad adulta y vida. Dando la vuelta a la vida de Sato Makoto, (Mirai Moriyama) en sus cuarenta, nos enteramos de que es un diseñador gráfico, y su vida cambia una vez que recibe una solicitud de amistad de una ex novia perdida hace mucho tiempo.. En ese momento, reevalúa su vida, sus experiencias, sus esperanzas y sus sueños. Una película conmovedora, que explora las realidades de la vida, el dolor y el arrepentimiento.

La película se centra en su pasado y presente, destacando cómo sus relaciones pasadas dejan un impacto en su yo actual y su autoestima. Las actitudes y creencias que ahora tiene provienen de su relación con su ex amante. No es de extrañar que una pareja pueda dejar un impacto devastador en su vida, pero a veces lo es. Al capturar las realidades del pesimismo de Sato, junto con el ritmo acelerado de Tokio, se nos presenta la vida de Sato.

Él arrojó luz sobre la realidad al traer eventos históricos y recientes. En una escena, nos enteramos de que está muy ocupado con el trabajo después del terremoto de Fukushima de 2011, avanzando rápidamente casi una década después, hay una pandemia. Sorpresa sorpresa. Pero, la incorporación de estos eventos encadena a las audiencias ya que vemos cómo estos eventos, y sus relaciones, los afectaron y contribuyeron a su visión pesimista de la vida. Lo que realmente me gustó de la película fue la forma en que la cultura, el tiempo y la tecnología evolucionaron con la vida de Sato; aunque era inevitable porque crece y cambia como un ser humano corriente. Vemos que el mundo cambia y se transforma a través de esto. En cuanto a la relación de Sato con Kaori, nos enteramos de que su vida ha cambiado en función de su romance: es despreocupado, excéntrico y simplemente feliz con ella en la década de 1990, pero las cosas van cuesta abajo rápidamente.

El poderoso tema de la exploración las emociones en toda su complejidad es lo que hace que valga la pena ver la película. Moriyama retrata el papel de Sato de la manera más convincente, lo que permite al público sentir las emociones del personaje y obtener una idea de cómo esas emociones pueden consumirnos, especialmente en la edad adulta. También me gustó cómo arrojó luz sobre la realidad de trabajar en el entretenimiento japonés como diseñador gráfico y las presiones asociadas con él.

Al final del día, No podríamos convertirnos en adultos traduce estas profundas emociones a la pantalla. Al señalar las pruebas y tribulaciones de la edad adulta, nos recuerda las pequeñas cosas. A veces no todo tiene que ser feliz o positivo, pero tiene que ser genuino. Y eso es lo que es, es algo con lo que millones de personas pueden identificarse, solo se muestra en la pantalla.

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La revisión del artículo No pudimos convertirnos en adultos: una representación auténtica de la edad adulta apareció por primera vez en Ready Steady Cut.